Organización e información
Materiales Proactivos para el Contro Postural durante el nado
La musculatura anti-gravitatoria del humano, responde automáticamente y de forma instantánea para conservar las posturas en el medio terrestre, habiéndose conformado a través de la evolución. Mantenerse erguidos, es la función básica del control motor de nuestro sistema nervioso. Las fuerzas que actúan, tanto externas como internas, gravedad, peso, equilibrio de agonistas y antagonistas, etc., pierden toda su funcionalidad natural en el momento de introducirnos en el agua y querer desplazarnos con el mejor rendimiento posible. Todas las cadenas implicadas en mantener las posturas, cerradas y abiertas, deben desprenderse de la memoria motriz habitual para buscar una nueva adaptación que soporte y mantenga nuestro esqueleto en posiciones biomecánicamente óptimas para el desplazamiento a través del líquido que nos envuelve. La musculatura Medial, la que hace que nos mantengamos alineados y conservemos la posición de mínima resistencia, está íntimamente relacionada con la acción activa que realizan simultáneamente o de forma alternada nuestras palancas, accionadas por musculatura Lateral o Distal. Ambas están regidas por vías y áreas de diferente localización y función a nivel de Sistema Nervioso y en el caso de los aprendizajes y acciones acuáticas, la estimulación, la percepción, interpretación y respuesta, deben estar organizadas adecuadamente si queremos conseguir nuestra mejor versión. Sin el control postural de nuestro eje axial, además de aplicar las fuerzas en los ángulos y direcciones óptimas para poder desplazarnos de manera rentable, fundamentalmente la postura y secuencia de nuestras manos, nuestro potencial, siempre estará subdesarrollado.
Si la densidad del agua es 1.000 veces superior que la del aire, y además queremos atravesarla a velocidades elevadas, toda nuestra musculatura Axial, la que nos hace más longilíneos y mantiene nuestro chasis, debe actuar constantemente y con la intensidad adecuada para conformar una embarcación propia de una regata de competición. Si el casco de una piragua tiene una determinada rigidez, tensión y morfología, la musculatura Medial de nuestro esqueleto debería implicarse lo necesario, para parecernos en la mayor medida posible. Sólo con coger y sentir un pez vivo entre nuestras manos, nos daremos cuenta de lo importante que es mantener la tensión adecuada en nuestro cuerpo para ser mejores nadadores. Nuestros receptores del tacto nos explicarán claramente lo que estamos comentando.
El principal problema con el que nos encontramos los humanos cuando buscamos nadar con rendimiento, es conformar un patrón motor propio y acorde a las recomendaciones que nos proponen los estudios biomecánicos al respecto. Las posiciones están claras, las respuestas de los nadadores que mejor rendimiento obtienen a nivel mundial también, pero…
¿Cómo podemos saber el procedimiento a seguir, qué herramientas utilizar y en qué medida, para conseguirlo?
Fisiológicamente, nuestro sistema nervioso responde mediante mecanismos automatizados por distintas vías nerviosas al mantenimiento de la cabeza, la espalda y los miembros inferiores para no caer, los apoyos plantares y muchas otras adaptaciones propias de la deambulación y la postura vertical. Es una acción automática y no voluntaria, propia del tronco del Encéfalo y no del Córtex. Muchos músculos y cadenas cinéticas, para nadar adecuadamente, deben actuar de manera muy diferente a su acción habitual y para ello, debemos dirigir parte de su acción motriz, inhibiendo o potenciando acciones propias de la biomecánica necesaria, desde la parte consciente y voluntaria de nuestro SN para conformar la morfología que buscamos. Sólo cuando dirigimos el movimiento, deja de oponerse la musculatura medial en la acción que menos nos interesa. Las células piramidales de Betz toman el mando y actúan dirigiendo las acciones elegidas.
El paso de la postura vertical a horizontal, en la mayoría de los practicantes, tiene un sentido más de conservación de la vida y de minimizar riesgos para la salud, que de disfrute del medio y mejora del desplazamiento. La pérdida de la visión mientras avanzamos, el impedimento de la entrada del aire, la pérdida de los apoyos plantares, la obligatoriedad de desplazarse con las manos y brazos, el mantenimiento elevado del tren inferior, etc. obliga a nuestra Corteza Pre-frontal a tomar el mando a la hora de organizar a tantas palancas y a tantos músculos que no saben muy bien lo que tienen que hacer y además, organizados y en sinergia. El sentido lógico de nuestro Sistema Nervioso, la adaptación natural a este medio, es buscar pronto, el mejor equilibrio que nuestra estructura humana y personal nos permita. Nuestra Corteza Motora Primaria, necesita decidir qué hacer y el desorden de información que le llega, busca una solución rápida y fácil para resolver este dilema. El resultado: una manera personal de nadar, en muchas ocasiones, poco rentable y eficaz… nuestro estilo de nado.
La reeducación motriz desde la voluntariedad, pasa por la decisión y dirección de la Corteza Motora Primaria que recibe información de distintos centros, Área Pre-motora, informada por la de Asociación Parietal Posterior y Pre-frontal, Suplementaria, pero fundamentalmente en el caso que nos ocupa, la más importante, la Somatosensorial, además de los Ganglios Basales y el Cerebelo a través del Tálamo.
¿Se puede conseguir un elevado rendimiento con este equilibrio personal que nuestro cerebro ha adquirido como personal? Por supuesto, pero ¿se puede mejorar? También, y lo más sorprendente, a cualquier edad.
Por otro lado, si nuestro aprendizaje acuático se ha forjado con deficiencias básicas que han establecido patrones automatizados a nivel local o cerebeloso, el paso a la acción, necesita de implicación consciente por parte del Córtex Pre-frontal a la hora de tomar decisiones y enjuiciar qué hacer y cómo, y para ello necesita de herramientas que le faciliten tan ardua tarea.
Las decisiones tomadas en cada momento, necesitan un bastón de apoyo, una inducción al gesto más óptimo, una directriz que no nos haga volver demasiado pronto a las funciones propias de nuestro SNC que irremisiblemente lo harán sin poder evitarlo. En unos más que en otros… Las sensaciones que tenemos después del fin de semana, si no hemos tocado agua desde el viernes, el lunes son muy poco agradables. Eso es precisamente, la adaptación de todo nuestro Sistema Nervioso a su uso habitual y todos nuestros receptores sensitivos volverán, poco a poco, a recuperar su estado natural. Sólo tenemos que sacar a un pez unos segundos del agua para darnos cuenta de que su SN sigue haciendo aquello para lo que está evolucionado.
La Percepción Háptica, se convierte en nuestro mejor apoyo para poder interpretar, ordenar y resolver nuestra respuesta hacia el desarrollo del “sentido del agua”.
El inconveniente de tener que padecer mecanismos que nuestro entramado neuronal posee y dispone para realizar determinados movimientos con mayor facilidad debido a la preferencia de disparo de determinadas poblaciones de neuronas, nos desvía de las posturas más acordes y que más nos convienen a los nadadores y entrenadores. Esta situación, abre una batalla contra esta tendencia neuronal de ciertos ángulos en determinadas articulaciones, que dificulta la mejor técnica hacia la que tenemos que dirigirnos y que debemos lidiar y ganar.
J. Bonal Pedrón